jueves, 16 de febrero de 2012

Donde más brilla el sol. cap 1



“De camino al Paraíso,
Tomé una flor del camino”




Capitulo 1 
En el umbral de una puerta cualquiera.

Qué estaba pensando?, ¿Por qué creí que esta vez sería distinto?, yo soy así y así moriré… ¡¿y qué problema hay?!, si a nadie le importa como sea yo, sólo les interesa lo superficial, sólo quieren que sea su amiga para pasar gratis a las fiestas, para tener un lindo adorno, igual que todos los chicos, sólo quieren que sea su novia para decir: “Si, claro, Laura es mi novia”, “¿Cierto que es bien guapa?”. ¡Carajo!, yo no soy así, ¿Cuándo será el día en que me tomen enserio?
Ahí viene, tras de mí, ¿Qué no se da cuenta de que no quiero verlo nunca más?
– ¡Laura! -tomándome del brazo-, ¿No me dirás qué es lo que te sucede?
Me volteo, con la maldita cara de nada que pongo a veces.
– No hay nada que decir, solo lo de hace un rato… Cuando te dije que esto llegaba hasta aquí.
Traté de mirarlo a los ojos, pero no pude.
– Laura, ¿Cómo me pides eso?,… Yo a ti te quiero mucho, y no sé cuál es el problema… Todo iba bien.
Él si me mira, directo a los ojos, pero lo evito.
– Yo te lo había dicho… Te dije que todo acabaría así –traté de ponerme triste mas fue en vano-, Joel, lo siento mucho, pero no quiero verte más…
Él soltó mi brazo y agacho su cabeza
– En verdad renunciaras a todo, ¿Estás segura?
¡Odio esas preguntas!, si lo estoy diciendo es porque estoy segura.
– Segura… tan segura que duele.
Vuelvo a caminar rápido, no sé si está aún atrás o no, pero no quiero mirar, que las cosas estén así es mejor, total me saco un peso de encima, ya me tenía apestada su forma de hablar y sus mil “te quiero”… lo que faltaba… ¡Lluvia!, quedaré toda mojada y con el pelo echo maraña.

Maldición la lluvia fue tan fuerte que tuve que meterme bajo el pequeño toldo de un almacén. ¿Fuego?... además no tengo fuego, ¿cómo encenderé mi cigarrillo?, ahora sí que tengo ganas de llorar, toda mojada, sin fuego para fumar. Al frente pasa alguien, creo que es Joel, mejor me escondo un poco más, no quiero que me vea.
– Oye, disculpa, ¿tienes fuego?
¿Y este quién es?
– No, no tengo –digo mientras pongo una sonrisa estúpida en el rostro–, yo también necesito, pero a esta hora y con esta lluvia, dudo que pase alguien que tenga –agregué luego–
– ¿Te molesta si me paro un momento aquí?, es que la lluvia está muy fuerte –dice luego acercándose un poco a mí. Yo sólo muevo la cabeza y hago un gesto de “Me da lo mismo”–
Pasan los minutos, no dice nada, está ahí parado con las manos en los bolsillos, mirando hacia delante. La lluvia no para, tuve ganas de decirle todo lo que me había sucedido en la vida, esa maldita necesidad de contarle todo a cualquier persona, por más desconocida que fuese, pero eran sólo mis pensamientos, no saldría ninguna palabra de mi boca… y, por lo que veo, él tampoco dirá nada.
Vamos di algo, esto cada vez es más incómodo. De perfil se ve muy bien, su nariz es perfecta, también sus labios, pero parece que tiene cerebro de cucaracha… ¿Cucaracha? ¿No se me ocurrió algo más creativo?
– ¿Eres de por aquí?
Rompió el gran hielo que nos cubría y fue tan inesperado que casi no entendí lo que decía.
– Si, de por aquí cerca… ¿Tú?, nunca te había visto…
Por fin se volteó a verme.
– Yo, no… bueno, en realidad ahora sí. Me mudé hace poco a un pequeño departamento de esta zona. Es que antes vivía muy apartado.
Parecía ser más interesante de lo que creí y, mirándolo bien, también era muy lindo.
– Vaya, entonces ya vives solo… como te envidio. 
Él sonrío y volvió a mirar hacia la calle.
– Vivo solo desde los 16, y no es muy agradable que digamos. Prefería la tranquilidad de casa y de la escuela. –Miré su cabello por un instante, me pareció lindo–, ¿Tú qué edad tienes?
Que mal, pensé que no preguntaría cosas así.
– Tengo 16, los que tu tenias cuando te fuiste a vivir solo – 
Él me miró nuevamente. Por favor, que no diga lo que todos dicen, “pareces mayor…”.
– Pareces más pequeña.
 ¡¿Qué?! ¡¿Más pequeña?!
Internamente reí mucho.
– Es broma. Apuesto a que todos te dicen que pareces mayor. Es sólo que no me gusta decir las cosas obvias –Eso fue inesperado–, ¿Qué piensas hacer luego?
 ¿Me invitarás a tu departamento? Sé que se refiere a después de salir del colegio
– quiero estudiar, pero aun no sé qué cosa.
Sonrío.
– Que indecisa, yo lo supe desde que tuve conciencia.
Me perdí en sus ojos por un instante hasta que reaccioné.
– ¿Qué fue lo que sabías?.
Sacó las manos de sus bolsillos y puso el cigarrillo en su boca para luego encenderlo.
– Que quería estudiar arte, aunque en eso estoy.
Creo que yo tenía la boca abierta… ¡tenia fuego!
– ¿Para qué me pedías fuego si tenías?
Él estira su mano y me presta su encendedor.
– Para poder hablarte sin que pareciera un psicópata.
¡¿Qué?!, pareces un psicópata igual… pero un psicópata lindo. Vamos, que cosas pienso, si fue un idiota al hacer eso. Entonces encendí uno de mis cigarrillos, que estaban un poco mojados, así que costó un poquitín.
– Vaya, ¿así inicias siempre una conversación?
Luego de dar una fumada, me miró y volvió a formarse una hermosa sonrisa en su rostro.
– No, a veces pido una limosna y, una vez, creo que también pedí un beso, pero me fue mal y me abofetearon fuerte.
Inevitablemente sonreí. Había algo especial en ese tipo, pero, normalmente, siempre digo eso en un principio. Luego se vuelven unos idiotas que aburren.
Es hora de irme, ¡como siempre!
– Bueno, la lluvia ya paró un poco, gracias por el fuego.
Le digo saliendo de aquel umbral. Él se acerca.
– Espera, dime… ¿Cómo te llamas?
Rayos, ¿debo responder eso?
– Laura. Soy Laura. Un gusto conocerte.
Él me hace un gesto con la mano.
– Yo soy Lucas. Espero volver a verte, Laura "Ungustoconocerte".
Eso me pareció gracioso y una pequeñísima carcajada salió de mi boca.


No hay comentarios:

Publicar un comentario